Las expresiones artísticas populares y tradicionales fueron excluidas de los espacios de legitimación del imaginario y de la producción simbólica de la sociedad venezolana hasta finales del siglo XX. La clase dominante impuso en los teatros, las salas de cine, la televisión, la radio y las universidades, la implementación de políticas que mantuvieron al margen toda aquella producción simbólica que pudiera aglutinar la emocionalidad de la nación en torno al sentido de independencia y soberanía. De forma sistemática las fuerzas gubernamentales trabajaban para la legitimación de una cultura que movilizara en función de intereses exógenos.
En todos los procesos de dominación la cultura de los dominadores se impone, por esta razón vemos que la iglesia católica construyó sus templos sobre los templos aztecas e Incas durante el periodo de conquista del imperio español sobre los territorios del Abya Yala; otro caso a destacar son las celebraciones devocionales de los pueblos afrodescendientes, a quienes, bajo el régimen de esclavitud se les impuso la devoción a los santos de la iglesia católica, ocupando el lugar de las deidades que veneraban los pueblos de origen africano. Bien lo expresa el investigador argentino Adolfo Colombres que “Toda dominación cultural y estética, cualquiera sea el contexto en que opere, de hecho implica una negación de la diversidad o, al menos, de que esa diversidad pueda generar propuestas tanto o más válidas que las del sector dominante. O sea, la dominación consiste en negar al arte de los otros la condición de tal, o, en el mejor de los casos, reconocerle algún valor, pero declararlo inferior”.
Las artes como parte de la cultura juegan un papel preponderante en la construcción de la identidad de los pueblos, razón por la cual, la producción simbólica de nuestros artistas y cultores debe estar presente, hoy más que nunca, en teatros, cines, televisoras, radios y de manera muy importante en las universidades, donde la investigación y el debate deben avivarse para seguir produciendo conocimientos e innovaciones que den sustento teórico y metodológico a nuestra producción simbólica.
Para la construcción de hegemonía cultural es preciso entender que la batalla de lo símbólico se libra segundo a segundo, por esta razón es preciso colocar en los espacios de legitimación de imaginarios, toda aquella producción simbólica que unifique a la población, desde su conciencia, en torno a la idea de nación, de pueblo que se identifica con su territorio geográfico, con su ciudad, su comunidad, su música, su poesía, danzas, comidas, entre muchos otros aspectos tangibles e intangibles.
La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela en su capítulo III, De los principios fundamentales de la Seguridad de la Nación, art 236, expresa claramente: “La seguridad de la Nación se fundamenta en la corresponsabilidad entre el Estado y la Sociedad Civil, para dar cumplimiento a los principios de independencia, democracia, igualdad, paz, libertad, justicia, solidaridad, promoción y conservación ambiental y afirmación de los derechos humanos, así como en la satisfacción progresiva de las necesidades individuales y colectivas de los venezolanos y venezolanas, sobre las bases de un desarrollo sustentable y productivo de plena cobertura para la comunidad nacional. El principio de corresponsabilidad se ejerce sobre los ámbitos económico, social, político, cultural, geográfico, ambiental y militar”. En este artículo queda expresamente plasmado que desde el ámbito de lo cultural debe actuarse para garantizar la seguridad de la nación, por tal razón, artistas, cultores e intelectuales estamos en el deber de contribuir, en responsabilidad compartida con las instituciones del Estado, con la producción simbólica de obras que aporten en la configuración de un arte y una cultura nacional. Al mismo tiempo el Estado en su totalidad debe apoyar, promover y difundir, con políticas culturales, la producción del arte y la cultura nacional, en la búsqueda permanente del ejercicio pleno de la soberanía cultural.
Cuando la dominación cultural de la maquinaria imperial resulta insuficiente o comienza a perder terreno aparecen las acciones irracionales de la violencia física, tal como ha ocurrido numerosas veces con las guarimbas o asesinatos selectivos. La violencia legal, con decisiones basadas en artificios legales como el “no llamado a clases” o alteración de los calendarios académicos por parte de las autoridades de las universidades venezolanas que hoy se mantienen en manos de la derecha, en septiembre de 2015, para contribuir con el clima de descontento de sus estudiantes y comunidades, o, el insólito incumplimiento del derecho internacional que fue puesto de manifiesto en la persona del Secretario de la OEA, Luis Almagro, en todo lo relacionado a sus funciones y la posición que ha tenido con nuestro País.
Si partimos de lo afirmado por Luis Britto García cuando dice que “Las bombas comienzan a caer cuando han fallado los símbolos”, entonces, podemos asumir que desde hace dieciocho años la Venezuela Bolivariana ha venido ganando batallas en el terreno de lo simbólico.
En la batalla cultural es crucial el arte popular y las tradiciones, el realismo social en todas sus manifestaciones; así mismo, es también importante, la creación artística que rompe moldes, que incorpora los elementos estéticos que nos describen como pueblo, como nación en forma conceptual y abstracta. Es altamente valioso profundizar, a través de la investigación, en la diversidad que somos, en nuestra sonoridad, en el movimiento de los cuerpos en venezolanidad, con la palabra hecha poesía, el gesto de nuestra teatralidad y en la mirada de lo audiovisual.
Creo firmemente en la máxima expresada por Ludovico Silva de asumir la libre creación para contribuir en la conformación de una conciencia artística en toda la población. Un pueblo que se reconoce en la creación de sus artistas y cultores, es un pueblo que está permanentemente en defensa de la Patria, la vitalidad del arte nacional es fundamental para garantizar la soberanía cultural y la independencia nacional.
Néstor Viloria
Referencias:
Asamblea Nacional y pueblo venezolano: Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela. Caracas, 2009.
Britto García, Luis: El imperio contracultural. Del Rock a la Postmodernidad.
Fondo Editorial FUNDARTE. Caracas, 2015.
Colombres, Adolfo: Teoría transcultural de las artes visuales. Ediciones
ICAIC-CNAC. Caracas, 2014.
Silva, Ludovico: Belleza y revolución. Fondo Editorial FUNDARTE. Caracas,
2011.
Referencias:
Asamblea Nacional y pueblo venezolano: Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela. Caracas, 2009.
Britto García, Luis: El imperio contracultural. Del Rock a la Postmodernidad.
Fondo Editorial FUNDARTE. Caracas, 2015.
Colombres, Adolfo: Teoría transcultural de las artes visuales. Ediciones
ICAIC-CNAC. Caracas, 2014.
Silva, Ludovico: Belleza y revolución. Fondo Editorial FUNDARTE. Caracas,
2011.
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